sábado, 7 de marzo de 2009

Sevilla en 1906

Dedicado a Yovi

Hace ya algún tiempo que encontramos una “delicatessen” de artículo del director de “El Mundo Deportivo” de Barcelona, en el año 1906.

Masferrer realizó un viaje en aquella época a Andalucía pasándose por Sevilla, Jerez y Huelva y nos habla amargamente –como buen sportmen- sobre la baja actividad el deporte en estas tierras. Pero lo más interesante es que hace una radografía de una Sevilla que a muchos les resultará desconocida y que nos sitúa perfectamente en la época.

Veamos:

La bella y esplendorosa Sevilla no tiene empeño en igualarse ni acercarse siquiera en materias sportivas á Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao; vive en esa indolencia morisca que la hace tan admirable y tan soberbia

Es indudable que por ser una de nuestras ciudades más populosas, en ella hay infinidad de .sportsmen que rinden culto á nuestras practicas deportivas más en boga, pero de esos elementos puede decirse que si luchan, no luchan con la ardiente y continuada fe con que sin cesar batallan los que en aquellas otras ciudades forman el núcleo de nuestro ejército sportivo.

En Sevilla hay infinidad de automóviles en manos de pudientes personalidades que se permiten ese lujo, más por lujo que por sport. Allí la gente aristócrata está más por el caballo que por el auto y son tan soberbios los troncos que se presentan todas las tardes en el paseo de las Delicias, que si un automóvil apareciese por aquel delicioso paraje, á nada comparable, resultaría poco menos que deplace.

El ciclismo bate son plein pero como me decía con amargura el amigo y veterano ciclista Diego Cano,—está en manos de montañeses á quienes les cuesta pagar una peseta por el alquiler de una máquina que quieren sea de las nuevas y flamantes durante una hora.

Diego Cano y Francisco Navarro son los que por la índole de su negocio facilitan esas ventajas á numerosos dependientes de comercio que distraen sus ocios las tardes de los domingos, estropeándoles las maquinas que ponen á su devoción intentar reorganizar las huestes ciclistas bajo el protectorado de la Unión fuera tarea muy difícil, á menos que no fuésemos uno de nosotros á infundir esas aficiones y puede, puede que tuviéramos que volver á nuestros lares convencidos de que hay cosas imposibles. Cómo ha de ser!

Dos velódromos que existieron los dos pasaron á la historia, como han pasado intentos nobilísimos sin dar fruto provechoso alguno.

En materias de gimnástica, nuestro querido amigo , colaborador y corresponsal de EL MUNDO DEPORTIVO D Salvador López Gómez ayudado muy eficazmente por su hijo, ha hecho cuanto buenamente se puede hacer; y aunque su gimnasio médico es un establecimiento muy recomendado y recomendable, no ha alcanzado aun el premio que se merece como justo tributo y como recompensa á su ímproba labor, que solamente se aprecia por los que seguimos paso á paso la marcha lenta, pero progresiva de la gimnástica en España.

De esgrima, lo que se hace, débese al esfuerzo también poderoso de nuestros buenos amigos Pedrín y Gapo Bueno, dos excelentes tiradores, dos muchachos muy simpáticos, muy trabajadores, que tienen montada una excelente Sala de armas y que dan ciases en el Círculo Militar y en el Centro de Labradores.

Y si en verdad se realizan otras manifestaciones sportivas, débese á un reducido grupo de gente joven y aristocrática, educada á la moderna y que ahitos de otros placeres que no sean los del casino, únense para efectuar de cuando en cuando algún concurso hípico, á que en estas tierras son tan aficionados, tiro de Pichón, que tanta fama ha conquistado en el mundo del sport—siendo el terreno de Tablada de todo sportsman conocido— y hasta polo, golf otros deportes importados por los muchos que se educaron en Inglaterra.

Esto no es mas que un pálido reflejo de lo que en contadísimos días—que me han parecido segundos—he podido apreciar, teniendo la evidencia de que si aquí alguien se decidiera á ser porta estandarte del sport, en muy poco tiempo habría de verlo floreciente; sólo se necesita constancia grande y perseverancia firme, porque es un dolor ver á ese hermosísimo Guadalquivir y que no exista un club de regatas donde los remeros podrían practicarse mejor que en ningún otro sitio, porque á lo suave de la corriente únese lo espléndidamente hermoso y bello del paisaje.

Yo confío, sin embargo, en que alguno de los amigos queridísimos que aquí tengo y con quienes he tenido ocasión de renovar una amistad firmemente arraigada mi alma, tendrán en cuenta mis predicaciones, hijas de aquellas otras que también vertió á raudales el amigo Salazar, como también que no habremos de tardar mucho en ver corno brotan entusiasmos que han de influir en que Sevilla entre de lleno en el concurso sportivo en el que es sensible la precedan y aventajen otras ciudades mucho menos importantes que la bella ciudad del Betis.

De Sevilla encamine mis pasos por Cádiz, Jerez y Huelva y en todas partes hallé la misma apatía é indiferencia de que os vengo hablando.

(…)

Llevo empero una impresión muy grata de esta tierra, para mí totalmente desconocida, y después de caminar por el desierto de mis esperanzas veo muy vecina la hora de marchar á Madrid, en donde presumo que en lo que resta de mes habrán de llevarse á cabo grandes y magnas empresas de las que Escuer, el amigo estimadísimo, sabrá datos mejor cuenta que vuestro amigo y compañero

N. MASFERRER.

Cáceres, Mayo 1906

Yo no sé a ustedes pero a mí me parece un artículo delicioso que nos sitúa perfectamente sobre el estado del deporte en la ciudad y sobre todo porque a Masferrer le cuentan en este pasaje lo siguiente:

sportmen

Caramba, si al final va a parecer que sí hubo intensa actividad deportiva en el Hipódromo de Tablada tras 1905, ¿les suena?, con los señores que se educaron en Inglaterra y que importaron a nuestra ciudad el noble sport del Foot-Ball y que se llamaban White, Langdom, Welton, Gallegos, Hammech, Ybarra, Lafita, Kirkwood, García Martínez, Ruiz de Castañeda, Cobian, Leconte, Illana, Romero, Smith, Mckenzie, Wood, Tiburcio Alba, Bezard, los Zapata, Ramos, Medina de Tagore, etc.

La apreciación de Masferrer coincide en tiempo y forma, con que la mayoría de estos “sportmen” fueron educados en Inglaterra y trajeron de allá su afición por el football y otros incipientes deportes. Así recordamos cómo Don Luis de Ybarra y Osborne, nos cuenta el episodio de su paso por Inglaterra y cómo conoce a sus compañeros que fundaron el club sevillista, en sus mismas circunstancias.

El handicap de estos pioneros radicaba en que no encontraban otro club contra el que jugar, lo que hacía dificultoso y tedioso el tener que jugar siempre contra los mismos año tras año y aún así eran grandes entusiastas de este nuevo deporte que terminarían implantando en nuestra ciudad, incluso despertaría la verde envidia de otros para practicarlo.

No me gustaría terminar esta entrada sin saludar a los que no leen mi blog nunca y sobre todo a los que no volverán a entrar a partir de ahora… o de después… :)

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