sábado, 3 de septiembre de 2011

LA IMPORTANCIA DE LA HISTORIA

En estos tiempos revueltos de la sociedad española, donde al ciudadano de a pie le remueven los cimientos de aquello que creía inamovible, ya sea en forma de rebaja del estado de bienestar, golpe de estado de los mercados, o en forma de reformas rápidas de la Constitución por parte de unos pocos impunemente, hay un hueco para reflexionar sobre algunas cuestiones sociales de la vida sevillana en su parcela deportiva.

La dicotomía cultura-fútbol es difícil de digerir por muchos. Se entiende que el fútbol es una especie de cáncer o enfermedad que hace que el ciudadano no sea capaz de reflexionar sobre lo demás. No sé, usted que me lee, si cree que es así y se identifica con un ser amorfo intelectualmente, o que es una especie de ser lobotomizado o mononeuronal,  absorto en el fútbol. Yo no me considero alejado de mi compromiso social e informado sobre la situación política o cultural, por hablar de algunos aspectos en este sentido.

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Aunque no es menos cierto que nuestros dirigentes políticos a lo largo de la historia contemporánea hicieron/hacen uso del fútbol, aplicado como aquella política que pusieron en marcha en la antigua Roma los emperadores, tildada como de “pan y circo”, con el objeto de distraer a las masas para que no estuviesen pendientes de los mangoneos, lo cierto y verdad es que nunca dejó de haber revoluciones que hicieron rodar cabezas e hicieron posible un cambio social y político repetidas veces, unas tras de otras, aunque hubiese “pan y circo”. Craso error.

Sin embargo en todos los libros de historia se habla de los circos romanos, se habla de gladiadores, se habla de leones y de todas las intrigas políticas ocurridas en los circos de Roma que propugnaron cambios o consolidaron sistemas políticos, integrado todo esto en la cultura y en el conocimiento por defecto y no serán pocas las preguntas en exámenes sobre la materia donde se ha debido responder sobre ello, pues por esta sencilla regla, es fácil deducir que no todo es pintura, escultura, música o artes escénicas. El “Citius, altius, fortius”, (más rápido, más alto, más fuerte), de las Olimpiadas se concatenan para siempre en forma de aros con la cultura más profunda de nuestra sociedad.

No serán pocos los pintores, escultores, músicos, intelectuales reconocidos que gusten del fútbol y se reconozcan fans de un determinado equipo, pero curiosamente sí son muchos los historiadores que hacen como que no existe esta otra parte de la historia, considerándola una materia menor, a pesar de que sociológicamente hablando, el deporte mueve a millones de personas en todo el mundo.

Por lo tanto, entendido desde ese punto de vista, el fútbol forma parte de la sociedad y de la cultura, que a unos gustará más y a otros menos en forma de crítica y cierto miramiento por encima del hombro, si no se trata de hablar de Giuseppe Verdi o de Botticelli, aunque se trata de justificar nada, las cosas ocurrieron tal cual se empiezan a conocer. Interpretarlos tan solo le corresponde a usted, ser con capacidad de discernir entre realidades y que lee estas líneas.

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El impacto que ha tenido a lo largo de cien años el fútbol en nuestra ciudad, a la hora de hacer posible el desarrollo de la cultura y de la sociedad en nuestra ciudad, ha sido importante. No definitivo ni incisivo, pero importante. Poca gente sabe de la contribución de los equipos sevillanos en los inicios del siglo XX a la hora de poner en marcha, en una ciudad pestilente, inculta, inmunda y caótica, determinadas actividades dirigidas a la juventud, donde, como ya hemos hecho referencia en otros artículos, el objetivo de los clubes era la regeneración de la sociedad a través del deporte, a una nueva forma de entender la educación, la salud y la cultura.

Los clubes sevillanos fueron los primeros en salir a la calle para que la juventud sevillana fuese capaz de discriminar por sí misma entre determinados valores, como por ejemplo la solidaridad. Todos recordamos, por ejemplo, aquel partido organizado en pro de los afectados por el terremoto de Mesina en enero de 1909 para recaudar dinero, que hoy mismo se repite en la ciudad de Lorca.

O bien cómo Sevilla y Betis tienen mucho que ver con algunos monumentos que vemos habitualmente paseando por la ciudad y que sin ellos no estarían ahí, como por ejemplo el monumento a Colón, sito en el paseo de Catalina de Rivera.

Otra cuestión será el hecho de que se muevan cantidades indecentes de dinero, la capacidad de movilización que el fútbol tiene por sí mismo y que para otras cuestiones importantes no es posible, esto siempre será criticable y quizás en Sevilla se vea más acentuado por aquello de la rivalidad. No perdamos el norte ni permanezcamos absortos en lo que de verdad es negativo.

En los últimos años, el conocimiento de la historia, ya sea de la ciudad misma y de los agentes que intervinieron, o bien aterrizando en la propia de los clubes sevillanos, se comienza a conocer. En el caso sevillista, sus directivos nunca se preocuparon de, ya no solo investigarla, sino de difundirla. Afortunadamente hoy, nuestros dirigentes comienzan a ser conscientes de su importancia, colaborando y haciendo realidad proyectos importantes en este sentido.

La investigación de la historia sevillista emana desde abajo, esto muy importante, y ha sido gracias a las nuevas tecnologías que han propiciado que cada día que pasa sea más gente la que la conozca, en muchos casos con cierto asombro y sorpresa, debido a que  el sevillista tenía asumido que la historia es como se la contaron los otros. Otros, que utilizaron siempre dicha historia como arma arrojadiza y fueron maestros de la propaganda interesada, aprovechada para defenestrarla y acomodarla a sus intereses como justificación de sus grandes déficits.

El espíritu de Miró Trepat debe imperar siempre y no debe ser perdido de vista. Un señor que pudo disfrutar solo para él y sus amigos aquello que se llamó Sevilla FC, pero decidió sacar a la calle el sevillismo y lo hizo perdurable para siempre. De otra forma se habría perdido y él lo sabía. Hay que difundir esta cultura futbolística, deportista, y hay que seguir haciéndolo con la participación del sevillismo de base, cada vez más implicado en estas cuestiones y cuya cultura propia deberá llegar a aquel rincón del alma que es capaz de sintetizar las emociones a través, no solo de los sentidos, sino de los recuerdos y las emociones.

Hemos de ser capaces que la cultura sevillista, su historia, llegue a todos.

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