viernes, 10 de diciembre de 2010

PARA LA ETERNIDAD

Como el que caza el instante en el que el tiempo se para y deja su impronta para la eternidad. Quietos, inmóviles, inmortales, sus miradas se clavan en tu pupila y transmiten la ilusión de aquellos lejanos tiempos.

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El blanco y negro que deja entrever el blanco y rojo en el fondo del alma, por muy en blanco y negro que fuese la instantánea. Se ve, se huele, se toca… se siente.

En silencio casi lo oyes.

Aún sin ser tiempos de Arrebato, ni de himnos marciales en tono de marchas que enaltecen el espíritu sevillista. Solo había canciones que los niños tarareaban internamente a ritmo de nombre de jugadores de las alineaciones que trasladaban sus mentes a la gloria. Sueños de gol.

Las sillas de anea de los palquillos y el suelo de tierra eran el poco patrimonio del precario estadio Reina Victoria, además de la bandera representada en sus múltiples formas, el escudo en el corazón… y sus jugadores, aquellos que nos llevaron al níveo Olimpo.

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Olor a habano, copa de coñac y tertulia a posteriori en el ‘American Bar’, en la calle General Polavieja tras el partido para desgranar los lances del partido. 

Ismael, Kinké, Lafita, Herminio, Ramírez, Spencer… seguramente a mediados de los años 20 posando desde los palquillos a pie de campo.

Hoy vuestros herederos os rendimos tributo por el legado de grandeza.

Para la eternidad.

Imágenes pertenecientes a Ismael, de la colección personal de la familia de Nacho Mateos.

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